viernes, 23 de octubre de 2015

SE ESTABLECE QUE SERÁ NULO EL DESPIDO DURANTE EL PERIODO DE LACTANCIA

Otra buena noticia para las madres trabajadoras es que no solo se extiende a 98 días la licencia por maternidad, también se establece que será nulo el despido que se produzca durante los doce meses posteriores al parto, esto es, durante el período de lactancia. ¿Qué otros beneficios se han reconocido para la mujer trabajadora en el proyecto aprobado por el Congreso y que solo espera ser promulgado por el Ejecutivo? Acá te contamos.

Por unanimidad y exonerada de segunda votación, el Congreso de la República ha aprobado un proyecto de ley que establece que será nulo el despido que tenga por motivo el nacimiento del hijo y sus consecuencias, o la lactancia. De esta manera ya no solo se protegerá a la madre trabajadora del despido por embarazo –lo cual ya estaba regulado– sino también cuando el cese se produce dentro de los doce meses posteriores al parto.


Actualmente esta protección solo alcanza hasta los 90 días posteriores al alumbramiento.

Se precisa igualmente que se presumirá que el despido tendrá por motivo el nacimiento del hijo o la lactancia, cuando el empleador no acredite la existencia de causa justa para efectuar el cese.

También se establece que esta protección a la madre trabajadora será aplicable siempre que el empleador hubiera sido notificado documentalmente del embarazo en forma previa al despido.

La propuesta aprobada por el Parlamento busca reforzar las normas de protección a la madre trabajadora frente a cualquier despido arbitrario. Por eso, se establece que el Estado deberá garantizar el derecho de toda trabajadora de retornar al mismo puesto de trabajo o a un puesto equivalente con la misma remuneración al término de la licencia de maternidad.

Fuente: Laley.pe


jueves, 22 de octubre de 2015

CONGRESO AMPLIA LICENCIA POR MATERNIDAD


El nuevo régimen establece 49 días de descanso prenatal y 49 días de descanso postnatal. A decisión de la trabajadora, los 98 días podrán ser acumulados hacia el periodo postnatal, tal como sucede ahora con el periodo de 90 días.

El Pleno del Congreso aprobó por unanimidad extender la licencia por maternidad de las trabajadoras peruanas de los actuales 90 días hasta los 98 días.

El nuevo régimen establece 49 días de descanso prenatal y 49 días de descanso postnatal (hasta ahora era de 45 días en cada caso).

La nueva norma establece que el goce de 98 días podrá ser diferido, parcial o totalmente y acumulado en el periodo postnatal, a decisión de la trabajadora gestante, tal como sucede ahora con los 90 días.

“Tal decisión deberá ser comunicada al empleador con una antelación no menor de dos meses a la fecha probable del parto”, finaliza la reciente ley.

El proyecto fue aprobado por 92 votos a favor y cero en contra y abstenciones. Faltaría precisar desde cuándo la nueva ley entraría en vigencia y si requerirá o no de un reglamento.

Cabe recordar que en marzo último el Congreso había anticipado esta decisión, tras publicar una Resolución Legislativa donde aprobaba el Convenio 183 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), el cual dispone “el otorgamiento de la licencia por maternidad de al menos 14 semanas” (98 días), para todas las trabajadoras gestantes del país que suscriba el Convenio.

La ejecución de esta norma de la OIT quedó en manos del Ministerio de Trabajo, pero en vista de que pasaron los meses y no se dispuso nada, el Congreso tomó hoy la decisión de aprobar directamente un proyecto de ley donde se dispone la ampliación de la licencia de maternidad.


Fuente: Diario Gestión



lunes, 19 de octubre de 2015

EL TELETRABAJO

El sueño de muchos de trabajar en casa no es tan maravilloso como pensábamos, según un interesante artículo de Lucy Kellaway, columnista del Financial Times, que se los dejamos a continuación:

OJO, EL TELETRABAJO NO ES EL PARAÍSO QUE TODOS CREEMOS

"Tan importante como la formación es laborar en un ambiente motivador"

Recientemente, dos de mis viejas amigas le han tomado una fuerte aversión a sus trabajos. Las dos reportaron los mismos síntomas: Desilusión, apatía y la convicción de que el trabajo carece totalmente de sentido.
Estas dos son parte de un grupo de cuatro de nosotras, todas las cuales hemos tenido largas, estables y generalmente felices relaciones con nuestras empresas. Entre las cuatro hemos acumulado 110 años de servicio.
¿Por qué será, me pregunto, que estas dos en particular están tan hartas, mientras que las otras dos estamos bien? No parece ser el trabajo mismo. Todas tenemos empleos relativamente estimulantes. Tampoco es la presión. Todas somos veteranas en manejar eso. Lo que creo que les aflige es precisamente lo que se suponía las había liberado: trabajan principalmente desde su casa.
Una tiene un cargo importante en una gran organización que le permite aparecerse en el trabajo apenas una vez al mes. La otra es una editora que va a la oficina aun con menos frecuencia. Esta libertad las había hecho insoportablemente complacientes cuando comenzaron a trabajar desde su casa hace como una década. Eran flexibles y modernas. Podían jugar al tenis a mitad de la tarde, despachando el trabajo eficientemente cuando les convenía.
Diez años más tarde, el cinismo y la inutilidad que sienten ahora pudiera ser el resultado de haber pasado demasiado tiempo en pantuflas en el estudio de casa.
Bajo esas condiciones, todos los empleos con el tiempo comienzan a perder importancia. En contraste, si uno está laborando con personas que hacen lo mismo, se convencen unos a otros de que lo que hacen vale la pena. Desde mi silla, rodeada de personas que todas trabajan para el Financial Times, la importancia del periódico luce enorme. Y también, la importancia de quién se ha llevado mi taza de café, y quién será ascendido o despedido. Esas cosas estúpidas no son nada estúpidas. Son lo que nos enlazan en un esfuerzo compartido.
Sin embargo, cuando le sugerí a una de mis amigas que la respuesta era ir a la oficina, me miró como si yo me hubiera vuelto loca. No había forma, me dijo, en que pudiera soportar la agotadora trivialidad de la vida de oficina. Posiblemente su hostilidad prueba que estoy equivocada. Pero no lo creo. Creo que prueba lo duro que es regresas. Porque el ritmo de trabajo de oficina es tan poco natural, que una vez que uno lo abandona, es casi imposible agarrarlo de nuevo.
A la misma vez que pienso en mis amigas que envejecen, me he estado preocupando por los jóvenes. Hablaba la semana pasada con un recién graduado que había conseguido recientemente un gran puesto de investigador para una compañía de televisión, pero cuando le pregunté cómo le iba, hizo una mueca. El trabajo era bueno, pero no había oficina a dónde ir, así que pasaba su tiempo en dormitorio, en casa o en los cafés. Casi no conoce a las personas con quienes trabaja, y con nadie a quien imitar tampoco está aprendiendo mucho que digamos.
Cuando, hace un par de años, Marissa Mayer les dijo a los empleados de Yahoo que renunciaran a sus pantuflas y vinieran al trabajo, el mundo se viró contra ella. Pero no solo tenía razón, sino que tenía más razón de lo que ella misma pensaba. Ella dijo que las personas tenían que venir a la oficina para poder colaborar y ser innovadoras, pero la verdad es aún mayor que eso. Nos hace falta ir a la oficina por cinco razones más: para convencernos de lo que hacemos tiene algún propósito, para sentirnos humanos, para ayudarnos a aprender, para darnos un sentido diferente del trabajo como algo diferente del hogar… y para facilitar el flujo del chisme.
Pero a pesar de todo eso, la manía del trabajo en casa sigue creciendo. Sin embargo, la razón pudiera ser lo que no pensamos; o tiene nada que ver con conveniencia, o hasta con ahorrarles dinero a las empresas en alquiler o en cuentas de electricidad. Según un estudio publicado en la última edición de la Academy of Management Discoveries, la más poderosa razón por la cual las personas trabajan desde casa no es porque facilita la vida familiar o crea ahorros en viajes a la oficina, es porque otros lo están haciendo.
Los investigadores les preguntaron a empleados en una gran empresa tecnológica estadounidense por qué no venían al trabajo, y encontraron que era porque no les gustaba aparecerse en la cual la mitad de sus colegas no estaban allí, por lo cual ellos optaban por no ir tampoco. La conclusión es preocupante: trabajar desde casa parece estar fomentando un insalubre momento propio, metiéndoles soledad a las personas sin beneficiar a nadie.
Estoy incómodamente consciente de la ironía de escribir esta columna. Mientras escribo estas palabras, no estoy rodeada de colegas. Estoy sentada en mi casa, sola. Pero eso no es porque no creo en lo que escribo. Es porque tengo una cita en la ciudad y no siente sentido ir al trabajo primero. Teletrabajar está bien para algunas personas algunas veces. Pero para la mayoría de las personas a mayoría de las veces es la política progresiva más retrógrada que jamás se haya inventado.
Fuente: Diario El Comercio.


lunes, 5 de octubre de 2015

ONCE RAZONES POR LAS QUE TE DESPEDIRÍAN



Te despedirían si no estás comprometido con la empresa, te despedirían si saboteas las nuevas iniciativas para defender tu statu quo, te despedirían si tratar contigo es un desgaste permanente, te despedirían si peleas con frecuencia con la gente con la que trabajas, te despedirían si eres arrogante, te despedirían si desprecias a tu jefe o a tus colaboradores, te despedirían si tratas de tapar tus errores culpando a los demás.

Los invitamos a leer este interesante artículo sobre las “Once razones por las que te despedirían” de Inés Temple:

1. Te despedirían si no agregas valor claro y visible, si los resultados de tu trabajo no son fácilmente cuantificables o medibles o si siempre tienes excusas para no cumplir con los plazos. Si tiendes a culpar a terceros o “al mercado” por tu baja performance, o si tu jefe te pregunta con frecuencia “¿pero qué haces todo el día?”, ya sabes.

2. No estar comprometido con la organización o con el propósito común es una buena razón por la que te despedirían. El compromiso, así como la lealtad, son vitales para tener éxito en el trabajo y se demuestran con señales a veces sutiles pero claras y consistentes. Cumplir con lo acordado, dar lo mejor de uno, trabajar con ganas son, por ejemplo, señales claras de compromiso, más aun si el cargo es de responsabilidad o liderazgo.

3. Si te “defiendes” de los cambios y las ideas novedosas, saboteas las nuevas iniciativas para defender tu statu quo o “la manera como siempre hemos hecho las cosas aquí” o si es evidente tu falta de entusiasmo para innovar, aprender cosas nuevas, cambiar o mejorar, puedes dar por hecho que te despedirían.

4. Si peleas con frecuencia con la gente con la que trabajas (incluso con los clientes), si tratar contigo es un desgaste permanente o si vives de conflicto en conflicto con todos sin esforzarte por controlar tu mal carácter, tu negatividad o tu mala actitud, también te despedirían.

5. También te despedirían por ser indiscreto o por divulgar información confidencial que puede dañar a la organización, a su gente, a sus productos o servicios. Por supuesto, también si eres incapaz de guardar un secreto profesional o si andas divulgando por calles y plazas lo que pasa puertas adentro de la oficina.

6. Te despedirían por desleal. La falta de lealtad es quizá la razón más poderosa para perderle la confianza a alguien y no significa necesariamente llegar a extremos como robar, mentir o engañar. Ser desleal también tiene que ver con no velar por los intereses de la organización o ponerlos en riesgo, por usar mal sus bienes o usarlos en beneficio propio o, peor aun, por hacer cosas que pongan en riesgo la reputación o imagen de la organización o que resulten beneficiando a la competencia.

7. Si andas hablando mal de tu jefe o de otras personas de la organización o, por supuesto, de la empresa misma o de sus productos, así sea “solo con tus amigos”. Si no estás contento en tu trabajo, siempre te puedes ir, dignamente y con clase.

8. El no ser solidario con el esfuerzo del equipo o ser aquel al que se le “cae el lápiz” a la hora exacta de salida, a pesar de que los otros están poniendo mucho de su parte para lograr una meta u objetivo común importante, hace evidente que eres fijo para la lista de a quienes despedirían.

9. Si eres arrogante, desprecias a tu jefe o a tus colaboradores, tratas de manipularlos o les faltas el respeto –o a cualquiera, en realidad– y encima vives quejándote de todo y de tu mala suerte en el trabajo, seguro que te despedirían y que difícilmente alguien te daría una buena recomendación.

10. Si tratas de tapar tus errores y haces lo imposible por ocultarlos sin aceptar la responsabilidad que te toca por los mismos, culpando además a otros, seguro que te despedirían.

11. Y si tu vida personal o financiera es desordenada, caótica o te resta energía impactando la calidad de tu trabajo, ya deberías saber que de esa no te salvas.

Fuente: Diario “El Comercio”.